Laboral

SATSE Barcelona pide un vigilante de seguridad en todos los centros de primaria

El Sindicato alerta de un fuerte aumento de agresiones en los centros de urgencias de primaria (CUAP) así como a la atención primaria ordinaria (JEFE). La Organización apunta a que la mejora en el registro de episodios de violencia evidencia una realidad que hasta hace poco quedaba oscurecida. “A los CUAP estamos super expuestos” se queja una enfermera barcelonesa recientemente agredida y denuncia que “nos tenemos que ocupar de nuestro trabajo y de la seguridad”.

El Sindicato de Enfermería SATSE Barcelona ha pedido hoy la contratación de personal de seguridad para todos los centros de atención primaria y CUAP de la capital catalana.

En la actualidad no todos los centros cuentan con esta herramienta de protección, puesto que hasta ahora algunas áreas no registraban adecuadamente las denuncias de los profesionales y “los números permitían justificar el no incluir la figura del vigilante”.

Una vez mejorado este registro “las direcciones no pueden seguir ignorando la urgente necesidad de proteger a sus trabajadores”.

A pesar de que SATSE Barcelona considera que muchas de las agresiones siguen sin registrarse, ahora, “se ha hecho mucho más visible” que zonas de la capital catalana  como  la Metropolitana Sur o Norte, sueño de media a alta conflictividad.   “Es un aumento sobre papel, puesto que los profesionales sanitarios conocemos nuestra realidad, pero ahora tenemos números que reflejan con algo más de fidelidad el día a día” explican desde SATSE Barcelona. 

Testigo


La Marta (nombre ficticio) es una de las muchísimas enfermeras que han sido agredidas en Barcelona llevando a cabo su trabajo.  Trabaja a  las noches a un CUAP (centro de urgencias de atención primaria) y hace poco acudió al Sindicato SATSE explicando su caso. Una usuaria lo había pegado varios puñetazos al tórax porque la Marta le pidió que dejara de tener un comportamiento inadecuado y disruptivo a la sala de espera. 

“Al fin y al cabo, yo vengo de urgencias de un gran hospital y su situaciones que sé llevar. Pero yo no tendría que encargarme de temas de seguridad y nos toca hacerlo a nosotros porque no tenemos ningún tipo de personal” explica la enfermera. La profesional afirma que cuando se notifican agresiones se los ofrece “coger la baja o ayuda psicológica” pero  que el que vuelan su medidas para evitarlas.


Vigilando y efecto disuasivo  


Según Marta, “no es tanto el en torno al centro, sino el tipo de servicio” que hace que los CUAP tengan una especial exposición a las agresiones. “Estamos muy expuestos porque los usuarios pueden entrar allá donde quieran, no hay nadie que los pare, ni ninguna barrera física” afirma. Marta trabajó en un CUAP donde sí había personal de seguridad y explica que además de ser una protección para los trabajadores, es una manera de disminuir los episodios de violencia.

“Solo el hecho de estar acompañados hace que se lo piensen dos veces, es una medida para disuadir” y añade que cuando no hay vigilante “saben que pueden hacer el que vuelan porque si trucas a la policía tardarán como mínimo entre 15 /20 minutos al llegar”. 

Además, Marta recuerda que cuando trabajaba con vigilante “si había un enfrentamiento  tú podías seguir haciendo tu trabajo” porque se contaba con personal adecuado por lidiar con el problema. En este sentido hay que recordar que esto también repercute en positivo en los otros usuarios que pueden recibir la atención sanitaria que necesitan. 
 

Aumento y razones de las agresiones


“Yo he visto un aumento muy fuerte a partir de la pandemia. Cada vez hay más usuarios que se ven con el derecho de exigir [un tipo de medicamento específico o una prueba] y no aceptan una negativa” afirma Marta. Además afirma que hay una sensación de impunidad entre este tipo de usuario que sabe que “si llega la policía el único que pasa es que tienen que marchar”.     

“Por la noche estamos vendidos porque somos menos personal” y afirma que sufren amenazas de familiares y acompañantes a diario. Según esta enfermera, al  CUAP donde trabaja, “hay compañeros y compañeras que muchas veces no se atreven a salir”.

Ante la situación de verse atrapados en el consultorio Marta propone herramientas que podrían ser útiles, como por ejemplo el sistema de alarma con el que contaban en el hospital donde trabajaba antes.

“Teníamos un programa en los ordenadores de las consultas por el cual podías avisar de una situación de violencia y aparecía una alarma a las otras consultas" explica.

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